Soy Jaime Bermejo, ciclista aficionado afincado en Cantabria. De chaval ganaba las carreras de mi pueblo, nada de equipos, por lo que me perdí una parte importantisima de este deporte: la social y el aprendizaje guiado. Pero de forma autodidacta me formé todo lo que pude empezando por libros de ciclismo prestados en la Biblioteca Municipal de Santander y ya más tarde cuando internet se globalizó fue allí de dónde saqué miles de horas de conocimiento.
En los veranos hacía muchos kilómetros en la zona de Campoo, en la que «veraneaba». Allí subí mi primer puerto de entidad, Alto Campoo, al que tengo mucho cariño. También me metía por el monte de mi pueblo (Horna de Ebro) y descubría lo que se podía hacer sobre dos ruedas.
Entre los 20 y los 30 y pocos dejé un poco de lado la bici, no se muy bien porqué ya que disfrutaba enormemente viendo ciclismo por ejemplo.

Recuerdo todas mis bicicletas, hasta día de hoy:
- Una GAC heredada de paseo, que mi padre pintó de negro y era un auténtico adefesio de fea.
- Una vieja torrot roja de esas de paseo también, que se plegaban a la mitad y que pesaba como un muerto.
- Mi primera mountain bike comprada en Pryca, una Suntrak malísima, que debió costar como 18.000 pesetas, que daba más averías que horas de uso. Aún así la exprimí hasta límites insospechados.
- Una mountain bike ya algo más seria, comprada en la tienda Trueba de Santander, una bonita Otero, sin suspensión, gris y granate. Creo que recordar que valía unas 80.000 pesetas y que en oferta costó algo más de 50 mil. Esta bicicleta recorrió miles de kilómetros conmigo con pocos cuidados y muchas salvajadas.
Aparte tenía bicis viejas de mi hermano en el pueblo y les hacía auténticas perrerías mecánicas, mezclando manillares de carretera con bicis de montaña al estilo «Tomac» (los más clásicos sabréis de quien os hablo). También di mis primeros kilómetros con una bici de corredor del año de maricastaña, otra torrot vieja de mi hermano que ya estaba muy trotada pero aún así me gustaba cogerla de vez en cuando.
Ya de mayor, en la década de la treintena hice mis primeras compras:
- Una Merida TFS 100 de 26 pulgadas muy robusta pero baratita (cuatrocientos y pico euros) en la tienda Bicius de Santander. Con ella volví al ciclismo de montaña y conocí lo que era mi primera bici con suspensión y con pedales automáticos (de adolescente sólo usaba rastrales). Con ella hice por ejemplo los 10.000 del Soplao, en una época en la que las 29 pulgadas eran prácticamente el estándar ya.
- Una Zeus de carretera de segunda mano con la que subí puertacos como el Angliru, el Gamoniteiro o el Collao Espina. Sus desarrollos no eran los más adecuados, pero le saqué el máximo partido que pude.
Tras unos años con ellas pasé a mis bicis actuales:
- Una Orbea Alma de 29 pulgadas con la que estoy encantado y que ya tiene un montón de kilómetros. El coste de esta debió andar por los 1.300-1.400 euros.
- Una Merida Scultura preciosa de carretera, que creo recordar tenía un precio de unos 1.200 euros.

Espero que me duren un montón de tiempo más, ya que como ves a pesar de ser aficionado al ciclismo no soy de gastar barbaridades en material, para lo que yo hago no creo que me de una ventaja sustancial gastarme el doble de dinero.
Siempre he querido escribir un blog de ciclismo, en el que plasmar mis conocimientos, no desde un punto profesional o de competición, ya que ese mundo creo que me queda grande; pero si de cara a aficionados que se inicien con la bicicleta y que necesiten resolver algunas dudas. Ahí si que creo que puedo ayudar bastante. Os mostraré mi visión del ciclismo aficionado, y os contaré lo que yo compro para mi.